Hacia la autonomía: Check list
Muchas veces puede ser difícil transitar la distancia que hay entre el apoyo total y masivo hacia la conquista de la autonomía en una actividad.
Podemos quedarnos estancados en nuestra posición de asistentes, sintiendo que si soltamos todas las ayudas que brindamos, el resultado final no es otro que el fracaso de la tarea.
En el día a día esto se ve reflejado en frases del tipo: “Si no lo visto yo, llegamos tarde” “Si no guardo las cosas en la mochila se olvida la mitad de las cosas”, “Si yo no le lavo el pelo, él se lo deja mal lavado”, “Si no hacemos juntos la tarea, la lleva sin hacer” y así a infinito.
Brindar los apoyos necesarios es fundamental para el desarrollo de una persona. Sin embargo, brindar apoyos de más puede convertirse en un verdadero obstáculo.
Esto puede generarnos mucho malestar o al menos cierta incertidumbre en los acompañantes de personas con autismo al dejarnos encerrados en un círculo a veces difícil de salir: “quisiera dejar de asistirlo en esa actividad (vestirse, hacer la tarea, etc.) pero parece no poder resolverlo solo”. Entonces seguimos brindando apoyos excesivos, y sofocamos la posibilidad de generar habilidades necesarias para resolver de forma independiente…. y el círculo no termina más.
Entonces, ¿cómo transitar el camino hacia la autonomía? Existen muchas estrategias para ir generando un desvanecimiento gradual de los apoyos. El punto de partida fundamental es el de entender que los apoyos que vamos construyendo deberían estar orientados (¡siempre que esto sea posible!) a generar más recursos a la propia persona, y menos dependencia de un adulto externo. Entender esto, es crucial e inicial para poder implementar cualquier clase de estrategia.
Una herramienta orientada justamente a tal fin -el de brindar un apoyo que no solo permita la autonomía de realizar una actividad de forma independiente sino que además sea una herramienta que la propia persona pueda administrar aumentando la acción y las habilidades propias, en vez de la dependencia total de los otros- es la de Lista de chequeo o Check-list.
La lista de chequeo consiste en tener por escrito los pasos necesarios para realizar una tarea. A diferencia de una receta o manual de procedimiento, el check list nos invita a tildar la tarea
realizada. Es decir que funciona de forma prescriptiva (me recuerda lo que hay que hacer) pero sobre todo y como diferencial, me habilita el proceso de metacognición de revisar y chequear lo ya realizado.
La lista de chequeo puede estar en la solapa de la mochila de un estudiante, puede estar en la puerta de casa recordando no olvidar las llaves, puede estar al final de un examen sugiriendo la revisión de cada pregunta, o puede estar al lado de la ducha conteniendo cada paso en la acción de bañarse. Incluso actualmente pueden hacerse desde el celular, lo que la vuelve una herramienta muy seductora.
Se confirman los pasos haciendo tildes, tachando objetivos, chocando los 5 a la cartelera o cualquier recurso que lleve a la persona a interactuar de alguna forma con esa lista.
Un recurso sencillo y a la vez potente, que dirige la acción a la propia persona, evitando que otros adultos hagan recordatorios, den órdenes o indicaciones. Sistematiza los pasos y estructura (lo cual siempre beneficia la interiorización del procedimiento) y brinda adicionalmente un apoyo visual de la actividad, que muchas veces tiene mayor impacto en relación a lo verbal.

Las listas de chequeo pueden ser recursos super útiles para usar en casa, en la escuela o en las terapias. Es interesante ubicar si la persona que acompañamos podría beneficiarse de ella y a partir de allí confeccionarla, teniendo en cuenta el perfil y las necesidades de cada persona.
Por supuesto y como siempre, no todos los recursos benefician por igual a todas las personas, ni en las mismas circunstancias. Siempre debemos tener en cuenta la individualidad por sobre cualquier otro aspecto.
Trabajemos por seguir construyendo entornos que resulten más amables e inclusivos para tod@s.