Hoy vamos a hablar de las transiciones que con un factor recurrente en nuestro día a día y sin saberlo puede resultar el disparador de una gama de emociones y conductas inesperadas. Empecemos por acordar ¿a qué llamamos TRANSICIONES y por qué es un aspecto importante al que ponerle foco?
Las transiciones son el pasaje que ocurre de una actividad a otra. A veces incluye desplazamiento físico (como por ejemplo, ir del aula al patio) otras veces no, como sucede cuando debemos guardar las cosas de matemática porque entró la seño de ciencias o nos piden que apaguemos la tele para ir a bañarnos.
Las transiciones pueden ser graduales o abruptas, lentas o sorpresivas. Estos pasajes se suelen dar con un montón de señales y avisos del entorno. Por ejemplo, mamá avisa que nos estamos yendo al médico. Otro ejemplo de indicador del entorno es cuando todos los chicos guardan las pertenencias escolares porque la maestra va
“redondeando” la clase con su entonación. O la batería de la tablet avisando que está pronta a apagarse. Para muchas personas estas señales son claras y evidentes. Para muchas otras, no. Aquellas personas que presentan alguna dificultad para comprender el lenguaje verbal, o gestual o para decodificar señales del contexto pueden vivir los cambios de actividad de forma abrupta, aún cuando otras personas sientan que existió suficiente aviso previo. Esta sensación de corte abrupto puede despertar lógicamente sentimientos de confusión, frustración o incluso desencadenar conductas inapropiadas.
Obviamente, la forma que tenemos de transicionar de una actividad a otra puede determinar la forma en la que encaremos nuestra próxima tarea. ¿Cómo me sentiría si el médico comienza a auscultarme sin que yo haya comprendido que eso estaba por suceder? ¿Qué reacción tendría si cuando estoy navegando con el celular de pronto éste se apaga sin razón aparente?
Es difícil dimensionar la cantidad de transiciones (de cambios de actividades, de personas, de espacios físico, de demandas…) que hay durante el día. Probablemente no sea frecuente atender al estrés, malestar o confusión que puede despertar este pasaje para algunas personas y por ende, no sea considerado como un aspecto a modificar o sobre el cual trabajar para mejorar la calidad de desempeño o el bienestar de un otro.
A continuación te brindamos algunas estrategias que pueden ayudar a algunas personas a realizar transiciones con menos impacto negativo y de forma menos desafiante. Son recursos muy variados y seguro no aplicarán a todo tipo de pasaje y definitivamente no tendrán igual beneficio para todas las personas (ningún recurso lo tiene gracias a que somos todos diferentes). Más allá de esto, esperamos que te sirvan de ejemplo o inspiración para abordar este aspecto con aquellas personas a las que estás acompañando.
- Apoyos visuales. Usar apoyos visuales para acompañar las transiciones. Pueden usarse agendas, pictogramas, historias sociales u otros apoyos que resulten familiares y brinden un apoyo visual, concreto y perdurable sobre la cadena de actividades a realizarse.
- Placer en la transición. Buscar actividades u objetos placenteros que acompañen una transición o tratar de generar un balance entre la actividad que se corta y la que está por venir para minimizar el impacto
negativo entre ambas actividades.
- Atender al componente verbal. Muchas veces damos por sentado que la persona está completamente al tanto de lo que está por suceder tan sólo por haberlo puesto en palabras. Recordar que para muchas personas comprender el lenguaje verbal en su complejidad, puede resultar un verdadero desafío.
- Considerar los tiempos que lleva una transición. No siempre es posible, pero puede ser de gran ayuda considerar los tiempos que conllevan para algunas personas ciertas transiciones (irme de la casa de la abuela, vestirme, preparar mi mochila o guardar mis juguetes) y contemplar esos tiempos para evitar que las transiciones se vivan de manera estresante o abrupta.
Generar entornos predecibles, y utilizar apoyos adecuados crea entornos amigables y accesibles para quienes lo necesitan. Por último, no olvidar jamás que cada persona es única. Sus tiempos y formas de atravesar los desafíos, también lo son.